Época: Moderna
Género: Fantasía
Subgénero: Pócimas
Versión Histórica
El 21 de abril de 1832 por orden del General del Ejército Realista Luis Gonzaga Vieyra Ruiz de Chávez se plantaron 32 árboles de tamarindos en el actual Parque de Juárez, en Iguala de la Independencia del estado de Guerrero. La iniciativa del general fue con la intención de vender los tamarindos aprovechando su alta demanda, para poder sustentar el sueldo de los maestros del pueblo.
Fueron un total de 32 tamarindos para que se recordara el año de su siembra. Fue este el motivo por el que el municipio de Iguala se le conoció como la Ciudad Tamarindera.
Durante décadas el gobierno estuvo a cargo de la venta de tamarindos. En la década de los 70s las ardillas comenzaron a propagarse en Iguala comprometiendo así la manutención de los tamarindos.
Leyenda
Cuenta la leyenda que entre los 32 tamarindos hay una tamarinda cuyas vainas pueden ser utilizadas para enamorar a las personas. Las mujeres igualtecas que se enamoraban de algún forastero aprovechaban las vainas de la tamarinda. Hacían agua de ella y se las daban a beber a los foráneos, enamorándolos al instante, logrando así que se quedaran en el pueblo y que se casaran con ellas.
Origen
Es probable que la leyenda haya surgido para explicar una tendencia de muchos forasteros de quedarse en Iguala para desposar a sus mujeres, aprovechando a su vez que el tamarindo es el fruto típico del pueblo. También es posible que haya sido un truco mercadológico para aumentar las ventas de los tamarindos.
Legado
Algunos aún siguen utilizando el agua de tamarindo para hacer amarres.
Advertencia
Si algún día vas a Iguala, no bebas el agua de tamarindo que te ofrezca una persona a menos que tengas planes de quedarte en el pueblo y casarte.Hoy en Día
Los tamarindos continúan en el actual Parque de Juárez.
Apariciones en Medios
La leyenda inspiró un poema de Catalina Pastrana.
Los tamarindos son mencionados en la canción Camino de Chilpancingo de Agustín Ramírez.
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