LeyendaDon Rodrigo Hurtado de Alanís vivió en la Nueva España en el siglo XVII. Era un hombre malvado y cruel quien inspiraba terror. Maltrataba a sus esclavos y era implacable al cobrar sus rentas. Tenía un mozo llamado Pedro Almaraz quien cumplía todas sus órdenes, incluso matar esclavos que intentaban fugarse. Pese a su fidelidad, Pedro también detestaba a Don Rodrigo.
Un día, Don Rodrigo acudió al hogar de Bernardo de Molina, quien vivía en sus tierras, para cobrarle la renta. Durante su visita, Don Rodrigo mató esclavos de Bernardo, a diestra y siniestra.
Bernardo no tenía cómo pagarle a Don Rodrigo y le pidió que le diera un día más para juntar el dinero. Don Rodrigo se lo cedió. Así, volvió al día siguiente y Don Bernardo le pudo pagar. Don Rodrigo aceptó el oro y prometió volver al día siguiente para darle su recibo a Don Bernardo.
Sin embargo, Don Rodrigo no acudió al día siguiente, cosa que extrañó a Don Bernardo. Este se presentó en la casa de Don Rodrigo quien afirmó nunca haber recibido su pago ni su oro y que por ello se presentaría al día siguiente en casa de Don Bernardo para sacarlo de sus tierras, a menos que le pagara. Don Bernardo se estremeció y acusó a Don Rodrigo de avaro y mentiroso. Don Rodrigo insistió en que Bernardo debía pagarle.
Bernardo dejó la casa de Don Rodrigo hecho una fiera y maldiciendo el alma de Don Rodrigo. Al día siguiente, como prometió, Don Rodrigo fue a su hogar a cobrarle. Bernardo insistió que ya le había pagado y que tenía a su mozo, Pedro Almaraz, de testigo. Pero el mozo no apoyó la historia de Bernardo y fue así como Don Rodrigo terminó echándolo de sus tierras.
Don Bernardo cayó en una profunda depresión. Se emborrachó una noche y presionado por su esposa, fue a casa de Don Rodrigo con la esperanza de conseguir el recibo, pero se arrepintió en el último momento y se retiró.
Al día siguiente, el amigo y antiguo vecino de Bernardo, Rafael del Toro, le anunció que habían encontrado a Don Rodrigo ahorcado en su casa, que los vecinos habían visto a Bernardo paseándose por ahí la noche anterior y que las autoridades ahora lo estaban buscando.
Bernardo, aterrado de que lo fueran a inculpar, huyó a los montes, donde borracho y desesperado, pidió al Diablo que se le apareciera y le dijera quién había matado a Don Rodrigo y de paso que le consiguiera el recibo que tanto necesitaba.
El Diablo se le apareció y le dijo a Bernardo que debía matar a un alma noble, cortarle la mano izquierda y poner sobre cada dedo una vela hecha con grasa humana. La mano entonces le indicaría dónde estaría el asesino. A su vez, el Diablo prometió conseguirle su recibo.
Bernardo así lo hizo. Asesinó a un inocente leñador, le cortó la mano, puso velas en sus dedos y dejó que lo guiaran hasta casa de Don Rodrigo donde encontró a Pedro Almaraz. La mano lo señaló a él con intenciones de ahorcarlo. Bernardo acusó a Pedro de haber asesinado a su amo y lo amenazó con que la mano lo mataría si él no confesaba. Pedro así pues fue al Santo Oficio y confesó haberle quitado la vida a Don Rodrigo porque este no había querido darle una parte del oro que le había quitado de Bernardo.
Bernardo, triunfal, fue entonces al cementerio donde se encontró al Diablo, frente a la tumba de Don Rodrigo. El Diablo obligó al cadáver de Don Rodrigo a levantarse por un momento para hacerle el recibo a Bernardo. Así este quedó satisfecho.
Sin embargo, poco después, Don Bernardo se presentó ante el Santo Oficio para testificar sobre la culpabilidad de Pedro Almaraz, mas estando frente al juez el Diablo le soltó la lengua, obligándole a confesar que había hecho un pacto con él.
Pedro Almaraz y Bernardo habrían sido quemados vivos como castigos por sus actos impuros.
Advertencia
Nunca debes hacer un pacto con demonios porque siempre tendrán un alto precio.
Apariciones en Medios
La leyenda es representada en los cómics de Tradiciones y Leyendas de la Colonia.