martes, 20 de septiembre de 2022

La Chuparratones

Nombre: La Chuparratones
Lugar: Querétaro, México
Época: Colonial
Género: Terror
Subgénero: Brujas

La Chuparratones fue una mujer acusada de brujería por el Santo Oficio durante la Época Colonial en Querétaro. 

Versión Histórica

Josefa Ramos alias Josefa de la Cruz alias Josefa de San José era una mestiza, coyota o mulata de la ciudad de Querétaro en el siglo XVII. Estaba casada con Juan de la Cruz, indio zapatero de Celaya. 

En 1686 Josefa Ramos compareció ante el Santo Oficio y confesó haber practicado actos de brujería. Según su testimonio recibió en su casa a una mujer de nombre Josefa de Melo, quien era una española quien le advirtió que el amante de Josefa, Juan De León Patiño, español, estaba por casarse. Para que no pudiera consumar su matrimonio en cama, la española dio a Josefa unos polvos blancos que después ella sirvió a su amante en un chocolate caliente. Esa noche, Josefa escuchó una voz en sueños que le decía que iría a casa de su amante y haría lo que ella quisiera siempre y cuando aceptara ser su esclava. 

Ella se rehusó en un inicio en le nombre de Dios. En breve reparó que su misterioso visitante era un demonio. Finalmente ante su insistencia, Josefa firmó con pacto. Para sellarlo, ella recibió un perrito prieto y ella entregó al demonio un rosario que este no aceptó. A su vez, el demonio estableció como condición de su contrato que Josefa no rezara, no fuera a misa ni se encomendara a Dios. 

Para el final de esa semana, Josefa se enteró que Juan Patiño era incapaz de complacer a su esposa en cama, mas también que Catalina de Ribera, cuñada de Juan Patino, había caído enferma. Cuando el demonio volvió a visitarla, Josefa le recriminó que atacara a Catalina. El demonio se excusó diciendo que no había podido atacar a la mujer de Juan Patiño ya que esta llevaba por nombre Gertrudis. 

Al descubrirse enfermo y a su hermana, Juan Patiño sospechó que Josefa les estaba haciendo brujería. Juan llevó a Josefa a su casa y le demandó que le curara y a su hermana mas Josefa confesó no ser capaz de hacerlo sino que el único facultado era el demonio. Gertrudis de Mireles, tía de Gertrudis de Patiño, y Francisca de Ribera, sobrina de Gertrudis y Catalina, fueron a casa de Josefa por el perro y por unas hierbas. Utilizando ambas, Josefa intentó curar a Juan y Catalina pero solo alcanzó a provocarles más dolor. El padre de ambos acudió ante un juez quien al volver a casa, con ayuda de un fiscal, echó a Josefa de la casa. Posteriormente compareció ante el Santo Oficio por sus crímenes. 

El Santo Oficio rastreó a Josefa de Melo pero esta declaró que ella no había dado ningunos polvos a quien ya empezaba a ser conocida como La Chuparratones. El Santo Oficio no encontró evidencia que incriminara a Josefa de Melo, contrario a La Chuparratones. 

La Chuparratones fue acusada de maleficiar a su amante, a la cuñada del amante y de aceptar un pacto con el demonio. Se incautaron sus bienes y pasó un tiempo en la prisión secreta del Santo Oficio mas terminó siendo absuelta. Pronto se le volvió a ver por las calles, trabajando en la boticaria de Lorenzo de Solís y con la esposa de este, Antonia o viajando a Celaya para visitar a su esposo. 

Durante ese tiempo, hubo un aumento de casos de posesión en Querétaro presentados en mujeres españolas jóvenes vírgenes supuestamente atacadas por entidades de nombres Guatzin, Gorra, Mosca y Jefe. Las mujeres fueron exorcizadas por la Orden de San Francisco. El pueblo acusó a La Chuparratones como la embaucadora responsable de los ataques. 

El Santo Oficio actuó contra La Chuparratones, acusándola nuevamente de haber maldecido a su amante, a la cuñada de éste, de haber hecho un pacto con el demonio y además de haber propiciado posesiones. El proceso se enriqueció por los testimonios de las jóvenes Francisca Mejía y Juana de los Reyes afirmando que habían sido acechadas y acosadas físicamente por La Chuparratones. También se le acusó de usar trabajo en la boticaria para distribuir maleficios. 

La Chuparratones fue encontrada culpable y condenada a oír misa en la iglesia del convento real de Santo Domingo, con una vela de cera en las manos, coroza con insignias de bruja hechicera y una soga donde pendiera su penitencia. Posteriormente cruzaría la ciudad con el torso desnudo y un pregonero anunciando sus crímenes. Después sería azotada 200 veces, exiliada de Querétaro por al menos 10 años, pasando los primeros cinco sirviendo en el Hospital del Amor de Dios y los siguientes cinco serían determinados posteriormente. El 16 de enero de 1696 se ejecutó la sentencia. El 13 de enero de 1701 cumplió la primera mitad de ella. 

Leyenda

De acuerdo con la convención popular generada por el pueblo queretano, La Chuparratones era la hija de una bruja-hechicera quien la había instruido en la magia negra. Se dedicaba a seducir hombres y provocar la posesión de mujeres. Fue por su promiscuidad que se le bautizó como "La Chuparratones". Estuvo activa por al menos una década hasta que fue detenida por el Santo Oficio y sentenciada por el crimen de brujería. 

Origen

Sin embargo, algunos estudiosos claman que La Chuparratones era inocente. Existen testimonios que confirman que ante el tribunal del Santo Oficio, Josefa negó todos los cargos que se le imputaban. Se sugiere además que varios elementos incentivaron a la sociedad a catalogarla como bruja, entre ellos por vestirse de forma poco convencional, por vivir lejos de su marido, por utilizar hierbas como métodos curativos y ser además una mujer mulata quien mantenía una relación con un español. 

Cabía destacar además que quienes la acusaron en su primer juicio fue una familia de españoles, una clase social superior a la de Josefa, y que cabe la posibilidad de que con tal de negar la infidelidad que sostuvo con ella, Juan Patiño la hubiera acusado de brujería y encontrado el apoyo de su familia, incluyendo el de su esposa. 

Legado

El caso de La Chuparratones en realidad es poco conocido mas los registros de su juicio han sido utilizados para estudiar a la figura de la bruja en el México del siglo XVII. 

Advertencia

En cualquier caso, se recomienda no recibir polvos blancos de extraños, para que no le pase a uno como a la Chuparratones. 

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